miércoles, 13 de junio de 2012

ERMITA Y PARQUE DE SANT MEDARDO

Leyenda de San Medardo
Esta leyenda enlaza Naturaleza y Hombre. 
En un breviario antiquísimo de la Iglesia Mayor de Benabarre, consta que las reliquias de San Medardo fueron dejadas por el emperador Carlomagno. Parece ser que en alguna retirada fueron escondidas bajo tierra en un lugar del valle de Linares para evitar que fueran profanadas por la “impiedad” de los bárbaros y la posterior ocupación del país por los árabes. 
Cerca del valle de Linares había una masía, llamada entonces “de Pudiola” (actualmente Mas de San Vicente, por haberse hospedado en ella San Vicente Ferrer en sus correrías apostólicas entre los años 1350-1419). Desde aquella masía “de Pudiola”, acudía todos los días un buey que, cuando le quitaban el yugo y lo dejaban suelto después de trabajar, se llegaba al valle de Linares a escarbar en un lugar concreto. Intrigados por el comportamiento de la bestia, sus dueños decidieron terminar lo que el bovino no acababa, hallando una arqueta de madera que contenía los restos de San Medardo. 
Sin tocarla, avisaron a los monjes de San Benito que vivían en el convento de Linares, cerca del lugar. Los monjes trasladaron la arqueta al santuario de Santa María de Linares, mientras que en el lugar del encuentro apareció un hermoso manantial. A la vista de tal prodigio, se nombró a San Medardo patrón del pueblo. 
En el lugar donde se encontraron las reliquias se construyó la actual ermita con una artística verja rodeando el mismo manantial. Dicho manantial se conserva dentro de la ermita y su caudal sale al exterior por las bocas de dos cabezas de buey de bronce. 



El parque de Sant Medardo está situado a las afueras de Benabarre, siguiendo el camino del cementerio. Se encuentra al lado de un enorme nogal, en un bonito paraje acondicionado como merendero. Allí se puede disfrutar del cuidado entorno con su exuberante vegetación.  
Llama su atención su forma hexagonal y el pozo que esconde en su interior.
Entre sus curiosidades, las gentes de la zona atribuyen carácter milagroso al cerrojo de la ermita: se dice que quien lo toca puede recuperar la fertilidad perdida.

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